Joaquín Nicolás Pereyra, la joya que Miguel Ángel Russo quiere de Rosario y que su hijo, Nacho, juega con él en la Reserva de Rosario Central. Dicen que es la figura que tiene el Canalla y que Boca, de comprarlo, se estaría llevando a un pibe de enorme presente, pero con muchísimo futuro. Tiene 21 años y juega de volante ofensivo. Nació el 1º de diciembre de 1998 en Entre Ríos y desde muy chiquito tuvo claro que deseaba de ser jugador de fútbol.
Dio sus primeros pasos en Don Bosco de Paraná, su ciudad natal, y con apenas diez años pegó el salto grande a la filial del Corinthians en Santa Fe. Pereyra jugó cuatro temporadas en altísimo nivel y hasta tuvo la oportunidad de entrenarse 15 días en San Pablo con el Corinthians original. Continuó jugando en la Liga Santafesina hasta que en 2015 llegó a Central. Vivió en la pensión del club y en 2016 debutó como profesional de la mano de Eduardo Coudet, quien lo tiró a la cancha en los últimos minutos de una goleada 3-0 ante Colón en el Cementerio de los Elefantes.
Disputó otros ocho partidos con el Chacho y se afianzó con Paolo Montero. Luego, alternó con Edgardo Bauza y volvió a ganarse un lugar con Diego Cocca. Campeón con el Patón de la Copa Argentina 2018, en Central ya están al tanto del posible interés del Xeneize e incluso ven con buenos ojos una transferencia en caso de que aparezca una buena oferta. En Central lleva 60 partidos y dos goles: uno a Huracán en el Ducó y otro a Libertad de Paraguay en el Gigante de Arroyito, por la Copa Libertadores del año pasado.

Russo se frota las manos
Es zurdo y tiene una potentísima pegada, por lo que Joaquín puede jugar tanto de enganche como de doble 5 o interno por la izquierda. A principios del 2017 participó del Sudamericano Sub 20 de Ecuador junto a los ex Boca Nahuel Molina Lucero y Julián Chicco, con Claudio Úbeda como DT y figuras de la talla de Juan Foyth, Santiago Ascacibar y Lautaro Martínez. De allí, la buena impresión que dejó en Fernando Batista, hoy entrenador de la Sub 20 y la Sub 23, y en Lionel Scaloni, quien nunca dejó de perderle el rastro.
Sus buenas actuaciones tampoco pasaron inadvertidas para los scoutings de clubes europeos como el Parma y el Udinese, que lo siguen de cerca. Pereyra es jugador de Central hasta el 30 de junio del 2021 y en su contrato no figura ninguna cláusula de rescisión. Es decir, que el club que lo pretenda deberá sentarse a negociar sí o sí con el Canalla. No obstante, el club no atraviesa su mejor momento económico y el propio presidente de la institución, Rodolfo Di Pollina, aseguró que está dispuesto a negociar con Boca o cualquier otro equipo interesado en los servicios del volante.
Hace pocos meses estuvo a punto de ser transferido al Sporting Lisboa. Los portugueses iban a invertir 200 mil euros (de esa cifra se descontaban 130 mil de una deuda de Central por Teo Gutiérrez) por el préstamo por un año y además contaban con la posibilidad de comprar el 50% de su ficha en 1.500.000 euros en 2021, y luego otro 30%, por dos millones de euros, atado a objetivos deportivos. En total, casi cuatro millones de esa moneda extranjera. Finalmente, el pase se cayó y Pereyra siguió en Central.
Por su parte, Riquelme y Boca ya lo habría incluido en una lista de posibles refuerzos de cara a la temporada que viene. A Miguel le gustan los jugadores de buen pie y podría apuntar sus cañones al juvenil del Canalla. La inminente venta de Emanuel Reynoso a la MLS, además, profundizó la necesidad del Xeneize de contratar a un volante de juego que aporte dinámica y frescura en la mitad de la cancha. Pereyra es una opción. Y tal vez pueda darse.